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“EL CAMINO DE SANTIAGO”
“El Camino de Santiago”, así se denomina la que en la actualidad puede considerarse la ruta de peregrinación cristiana más importante del mundo.
La historia de El Camino de Santiago tiene su origen en al año 813 d.C., cuando el obispo de Iria Flavia (una pequeña parroquia de Padrón, en La Coruña (Galicia) en la confluencia de los ríos Sar y Ulla), Teodomiro, hace saber al rey Alfonso II (apodado el Casto, reinó en Asturias en 783 d.C. y después entre 791 y 842 d.C.), que se ha descubierto una tumba que contiene los restos del apóstol Santiago el Mayor.
La tradición cuenta que un eremita llamado Pelayo se encontraba orando cerca de la iglesia de San Fiz de Solovio, cuando de repente escuchó unos misteriosos cánticos procedentes de un bosque llamado Libredón. El ermitaño, intrigado e impresionado a partes iguales, decidió contarle al obispo Teodomiro lo que había ocurrido. El obispo manifestó interés por lo acaecido y decidió visitar el lugar; pero antes hizo una serie de ayunos que le servirían como preparación ante lo que pudiera encontrarse. Así las cosas, se internó en el bosque y encontró una construcción en la que reposaban tres cuerpos. Teodomiro afirmó que dichos cuerpos pertenecían al Apóstol Santiago y a dos de sus discípulos, llamados Atanasio y Teodoro.
El rey Alfonso II, siendo consciente de la importancia de este descubrimiento, marchó con su séquito a Compostela y ordenó que se erigiera en el lugar un pequeño oratorio de mampostería y barro para honrar la memoria del Apóstol. Dada la convulsa situación política de la época, la noticia corrió como la pólvora y no fueron pocos los que acudieron al lugar para rezar ante el cuerpo de Santiago, dando origen a las peregrinaciones que conocemos, si bien el máximo apogeo se alcanzó durante los siglos XII y XIII para ir decayendo hasta el siglo XIX, donde tomó un nuevo y renovado impulso que dura hasta la actualidad. A tal extremo se llegó, que fue necesario ampliar y modificar el humilde oratorio hasta convertirlo en la maravilla arquitectónica que conocemos hoy día: la Catedral de Santiago de Compostela.
Sin embargo, hay quien sostiene que este Camino ya era una ruta de peregrinación pagana en las épocas celta y romana; aduciendo que si se sigue la Vía Láctea desde cualquier lugar de Europa, se acaba en Santiago de Compostela. Aquí hay que señalar que el término “Compostela” deriva de “Campus Stellae” o “Campo de Estrellas”.
SANTIAGO EL MAYOR
Pero antes de nada, ¿quién era Santiago el Mayor? Sabemos por los Evangelios que se trata de Jacobo, hijo de Zebedeo (Mt. 4:21; 10:2; Mc. 1:19; 3:17) y hermano de otro apóstol llamado Juan (Mt. 17:1; Mc. 3.17; 5:37; Hch. 12:2). Fue uno de los primeros discípulos llamados por Jesús (Mt. 4:21; Mc. 1:19, 29) y uno en los que Jesús tenía una mayor confianza (Mt. 17:1; Mc. 5:37; 9:2; 13:3; 14:33; Lc. 8:51; 9:28). Lo que no sabemos es ni dónde nació ni donde transcurrieron su infancia y adolescencia. Sin embargo, sabemos que se dedicaba a la pesca en el lago de Galilea y que estaba asociado con Pedro y Andrés (Lc. 5:10). El padre, Zebedeo, sólo aparece una vez en el relato evangélico (Mt. 4:21; Mc. 1:19) y no se opone a que sus hijos sigan a Jesús, quien les puso el sobrenombre de “Boanerges”, “Hijos del Trueno”, por su impetuosidad (Mc. 3:17). Santiago y su hermano Juan merecieron una reprensión por parte de su Maestro cuando manifestaron una cólera intensa contra el pueblo samaritano que no quiso recibir a Jesús (Lc. 9:55). También atrajeron las iras del resto de apóstoles cuando ambos hermanos manifestaron ciertas ambiciones (Mt. 10:41).
Después de la crucifixión, Santiago fue a Galilea con los demás apóstoles (Jn. 21:2) y después a Jerusalén (Hch. 1:13). Según una antigua tradición, Santiago vino a España y estableció en primer lugar una comunidad cristiana en Galicia y luego en Zaragoza (donde se le apareció la Virgen sobre un pilar); volviendo de nuevo a Palestina, donde fue decapitado hacia el 44 d.C. por orden de Herodes Agripa I (Hch. 12:2), lo que le convirtió en el primer apóstol que selló su testimonio de fe con su sangre. Tras este suceso, los dos discípulos mencionados anteriormente, Atanasio y Teodoro, recogieron el cuerpo y lo trasladaron a Galicia. Según cuenta la tradición y el Códice Calixtino, el cuerpo fue trasladado en un carro tirado por bueyes (proporcionado por la reina Luparia, a la sazón señora de aquellas tierras por aquel entonces) y éstos se negaron a continuar más allá del bosque de Libredón, donde finalmente lo enterraron.